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viernes, 12 de diciembre de 2008

Finalidad básica de la vida cristiana


En el hombre existe un anhelo natural por llegar a dios que está íntimamente ligado a su naturaleza, aun después del pecado original. Este anhelo, como la naturaleza misma, puede desviarse pero no se puede aniquilar. Por eso San Buenaventura(1217-1274, cardenal, general de la Orden Fransiscana, doctor de la iglesia) decía:"El bien supremo obra tan poderosamente en nosotros que, únicamente en virtud del anhelo por llegar a Dios, podemos amar a todas las cosas".San hilario(De poitiers obispo,doctor de la Iglesia)"Ir siempre en busca de Él es tan propio de ti, como es para Él estar en todas partes. Ante esto nuestros labios pueden enmudecer, pero nuestra naturaleza jamás calla". Nuestra naturaleza busca, anhela y hasta clama constantemente por aquello que expresa San Agustín(obispo de hipona y doctor de la iglesia) cuandopone en nuestros labios la típica frase: "Oh, Dios, Tu creaste nuestro corazón para ti e inquieto estará hasta que descanse en ti".
El anhelo natural por llegar a dios surge de tras fuentes, como de un gran manantial: la cercanía de Dios a nuestro ser, el hecho de que nosotros mismos respresentemos una idea original de dios y el ser , como persona, su imagen natrual. Por ser su imagen natural, el hombre depende del Tú divino; más aún dependerá en tanto sea su imagen sobrenatural, a semejanza de Dios Trino. El samista le pregunta a Dios: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?"(Sal. 8,5). Lrespuesta es: el hombrte es el ser que dice yo y tú:que ansía der y resibir amor; que quiere ser aceptado, aprobado y utilizado por Dios, y que debe mirarlo amorosamente para no marchitarse. Jamás tendremos motivo suficiente para quejarnos de un aislamiento insoportable pues Dios Trino está siempre en nosotros, actuando como nuestro divino Aliado de amor, no simplemente como en las demás criaturas sino íntima y vivamente, en virtud de la gracia. Esta coexistencia con el divino Aliado de amor , y por Él y en Él , con el aliado humano, es propia del íntegro, tal como Dios lo concibió.

Padre José Kentenich

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